Impregnada en mitología, Atenas es una ciudad agradable y llena de vida poblada por cafés al aire libre, calles peatonales, parques, jardines y excéntricos detalles urbanos. La ciudad presenta una mezcla entre selva de concreto, intercalado por un encanto en ruinas. Cada casa o apartamento ofrece balcones poblados de geranios, y muchas de las calles, parques y plazas de la ciudad están adornadas con naranjos.
Atenas presenta una curiosa combinación de este a oeste, sus vendedores callejeros y coloridos mercados recuerdan bazares turcos, mientras por entre las mansiones neoclásicas se oye los murmullos de la ciudad.
La ciudad está dividida en tres por los montes de Parnitha, Pendeli y Hymettos. Dentro de Atenas existen por lo menos, ocho colinas de las cuales se destacan la Acrópolis y Lykavittos. Las colinas proporcionan una pacífica tregua del clamor de la ciudad, y ofrece las estupendas vistas a las relucientes aguas del Golfo de Saronic, ubicada al sur de la ciudad. Las calles de Atenas (claramente señalizadas en griego y en inglés) se hallan mimetizadas imperceptiblemente en el Pireo, el puerto de la ciudad.
La mayoría de los atractivos turísticos se encuentran dentro de una pequeña área denominada Plateia Syntagmatos (Syntagma Square). Se encuentra rodeada por los distritos de Plaka al sur, Monastiraki al oeste, Kolonaki al este y Omonia al norte.
Plateia Syntagmatos se rige por la antigua realeza del palacio y es el corazón del distrito comercial, hoteles de lujo, bancos y oficinas de aerolíneas nacionales y internacionales. Plaka, anida bajo la Acrópolis, es el antiguo sector turco, virtualmente todo lo que existe cuando Atenas se declaró la capital de la Grecia independiente. Plaka se desborda en turistas en temporada alta, al mismo tiempo que resulta uno de las zonas más bonitas y de mejor ambiente de la ciudad.
Monastiraki es el distrito de mercados, una parte fascinante del pueblo para recorrer. En Psiri, se hallan elegantes cafés, bares, pubs y restaurantes. Kolonaki, es el sector residencial por excelencia al abrigo de la Colina de Lykavittos, repleto de boutiques, moda, galerías de arte y cafés.
La Acrópolis se erige como centinela por encima de Atenas. La ciudad fue una vez un escaparate de colosales edificios, pródigamente coloreados y decorados, de estatuas gigantescas, algunas de bronce, otras de mármol enchapados con oro e incrustados con piedras preciosas. Ahora en ruinas, la fría grandeza del mármol desnudo todavía resulta impresionante.